DORIS DAY QUE ESTAS EN LOS CIELOS..
En los años sesenta, el Hollywood más cursi y conformista estuvo encarnado por Doris Day (1924-2019). De familia de emigrantes alemanes (se llamaba Doris Mary Ann von Kappelhoff), llegó a ser llamada la “novia de América”. Su padre fue profesor de música y organista y él impulsó la pasión de Day por la canción. Buena bailarina, un accidente de coche, en el que se fracturó su pierna derecha, acabó con su incursión en este campo.
Barney Rapp, director de orquesta para el que trabajaba cuando tenía 15 años, le propuso que se cambiara el nombre y adoptara el de Day porque el suyo era poco comercial. Como vocalista del grupo Les Brown & His Band of Renown grabó la canción Sentimental Journey, que se convirtió en un himno para los estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial y catapultó su carrera: en 1946 ya era la cantante mejor pagada del mundo gracias a su contrato con Columbia Records e inició su carrera en el cine.
Contratada por Warner Brothers hasta 1954, intervino en 39 películas desde la primera Romance en alta mar (Michael Curtiz, 1948) donde cantaba It’s Magic; repitió con El trompetista (1950), basada en una novela sobre el cornetista de jazz Bix Beiderbecke, escrita por Dorothy Parker que incluye una singular insinuación lésbica. Le siguieron una larga lista de títulos, en su mayoría inocuos, exceptuando Ámame o déjame (C. Vidor, 1955), donde interpretó a la cantante Ruth Etting, en un buen melodrama con James Cagney.
Su mejor título fue sin duda El hombre que sabía demasiado (1956) en la que Alfred Hitchcock que le hizo cantar «Qué será, será» que ganó un Oscar…como canción. En 1957, Stanley Donen y George Abbott ofrecieron a Doris los mejores números musicales de su carrera en una de las últimas grandes comedias de Hollywood, The Pajama Game. Interpretó comedias de gran éxito al lado de profesionales como Cary Grant, Rock Hudson o James Gardner : Confidencias de medianoche (M. Gordon, 1959) y Suave como visón (D. Mann, 1962) tuvieron un enorme éxito, algo que luego pareció descabellado.
Su última película destacada fue el musical Jumbo (C. Walters, 1962) en que la que no se cuestiona siquiera la instrumentalización de los animales en los circos. Doris se retiró de la actuación, pero asumió un activismo en defensa de los animales desde una fundación patrocinada por ella misma, una actividad que honra más su memoria que la mayoría de sus películas, absoltamente insufribles en xu mayor parte.
Doris formó parte indiscutible de esa llamada “mayoría silenciosa” completamente ajena a los grandes problemas sociales y humanos que pudieran enturbiar el “american way life”.
Artículo escrito y cedido por Pepe Gutierrez Álvarez
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