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QUO VADIS
Es muy difícil que las últimas generaciones se puedan hacer una idea de lo que significó la versión de 1951 de la célebre novela de Henryk Sienkiewicz, el Nobel polaco con el que, junto con otros situados en la misma honda y hoy olvidados, la Iglesia trató de contrarrestar el empuje del naturalismo de Emile Zola.
Hollywood había redescubierto el “péplum”, un género que marcó el primer cine italiano y que entonces aparecía como una alternativa espectacular al empuje de la TV (en USA), y como una manera de contrarrestar el “ateísmo comunista».
Además, en este caso la MGM descubría las ventajas de rodar en países como Italia y España con sus paisajes y monumentos. Sin escatimar medios, esta superproducción dirigida por Mervyn LeRoy que había perdido el vigor crítico de otros tiempos.
El reparto aparecía liderado por un Robert Taylor en su última década de gloria como galán, la exquisita Deborah Kerr más una lista de grandes actores británicos: Peter Ustinov, Leo Genn, Félix Aylmer, etc., así como la bellísima Milly Vitale, tan desaprovechada. Él es un general romano victorioso, ella una cristiana como debe ser y ambos se enamoran con el «glorioso» tecnicolor -y poco después con el formato cinemascope-, con la roma de Nerón ardiendo, el pobre Nerón que fue un tirano ridículo comparado con cristianos como Franco o Pinochet.
Vuelta ver ahora desde el youtube aunque le vuelven a dar cada Semana Santa, se descubren falsedades mayores que el Coliseum. Por ejemplo, Roma ardía en verano muchas veces, y esto era parte de un negocio inmobiliario que benefició a Nerón y a Craso (encarnado por Laurence Olivier en “Espartaco”). Aparece un San Pablo beatífico defendiendo a las mujeres y a los esclavos, nada más incierto: en realidad este con sus buenas palabras justificó el machismo más estricto y la esclavitud.
Cronológicamente, San Pedro no tenía la edad del habitual y muy venerable Finlay Currie (que todavía fue Melchor en Ben Hur), pero sobre todo, las palabras que se presentaban como las señas de identidad del cristianismo podía tener algo que ver con el sentir de los esclavos de entonces (esto se aprecia mejor en “Barrabas”), pero eran música celestial en la historia. Sobre todo en la España de la época en que la película llenaba los cines, y algunos padres como el mío, premiaba el supuesto buen comportamiento de los niños, aunque a él lo que de verdad le impresionaban eran la hazañas de Ursus (Buddy Baer), que hasta derrota a un toro.
Lo cierto es que este cine tiene un mensaje clarísimo: la Iglesia era la alternativa al comunismo, y los USA el Imperio romano mejorado por el expolio de los países sometidos y expoliados.
Información cedida por Pepe Gutiérrez Álvarez.
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