COMO UN TORRENTE (1958) | Las Leyendas del Cine

«Como un torrente» (Some Came Running, 1958)

Por Antonio Morales

Retrato de una sociedad hipócrita y provinciana

"Como un torrente"(1958) — «Como un torrente»(1958)

«Como un Torrente» (Some Came Running, 1958), disponible en varias plataformas, es un film modélico en su género, donde se reivindica, la dignidad de los desheredados, la valentía de enfrentarse a los que te rechazan desde la presunta superioridad moral, una historia emotiva y llena de tensión interior en unos personajes perfectamente definidos. Minnelli era uno de esos tipos que, en materia de cine, sabían hacerlo todo. Y muy bien. Fue siempre un cineasta, seguro, eficaz y brillante. No es un autor difícil, ni tiene problemas de incomprensión a ningún nivel. A Minnelli, se le asocia al musical, aunque ha hecho magníficas comedias, y no menos buenos melodramas como éste que nos ocupa. Pero por encima de todo, era el cineasta del color, colores vivos, rojos, azules, verdes y amarillos, chillones a veces. Gozaba utilizando el color dramáticamente, siempre preocupado por el cromatismo.

“Como un torrente” es un hermoso y turbio melodrama, el testimonio de una época en la que el cine americano tenía aún capacidad de autocrítica: temas como la posición de la mujer y la represión sexual muestran desde el principio los espacios de tensión que se forman entre teoría y práctica, entre bellas palabras y conductas mezquinas, entre lo instalado y lo inestable. El cineasta va más allá del vulgar enfrentamiento de personajes opuestos: un pequeño núcleo urbano en “Scope y Metrocolor” se convierte en un campo de batalla donde dos posturas distintas ante la vida ajustarán sus diferencias. Destaca por la astucia de su construcción, impidiendo que la diversidad de personajes ahogue el flujo narrativo. El pretexto tomado por Minnelli de un “best-seller” de James Jones, con el mismo título y publicado en 1957, narra el regreso del escritor nihilista con talento, pero sin suerte Dave Hirsh (un Frank Sinatra mucho mejor actor de lo que algunos piensan), vuelve tras su paso por el ejército a su ciudad natal.

Tras instalarse en un hotel frente a la joyería que regenta su hermano Frank (Arthur Kennedy), un tipo totalmente diferente a él. Después de pedir un par de botellas de whisky, saca de su bolsa de viaje unos libros usados de Faulkner, Steimbeck y Hemingway, quedando dibujado su personaje. Luego conocerá a Gwen French (Martha Hyer), profesora de literatura en el instituto que se siente humillada al imaginar que tiene que competir con una prostituta analfabeta, pero de gran corazón, Ginny (una deliciosa Shirley McLaine), que sabe lo que quiere aunque no sepa expresarse, enamorada de Dave, que trata de olvidar sus dudas personales divirtiéndose con el póker y el alcohol junto a su amigo Bama (Dean Martin), un cínico, bebedor y pendenciero que no acostumbra a quitarse el sombrero.

Minnelli nos brinda una historia que desvela la hipocresía y la doble moral en una pequeña ciudad, la realidad de las apariencias en la grisura de lo cotidiano, las frustraciones personales de personajes antagónicos. Ginny es el auténtico torrente de emociones, el punto de inflexión del film, con sus pestañas infinitas, su sexualidad intrínseca, su aplastante sinceridad y las ganas de vivir. Un film donde los gestos y los sobreentendidos desmienten a las palabras, formando un mosaico de seres que buscan un futuro mejor para sus mediocres vidas. Donde hay espacio para la poesía y el lirismo, con la excelente música de Elmer Bernstein y un gran trabajo del operador William Daniels, Minnelli nos regala el mejor de sus melodramas, y que hoy me gustaría recomendar a los cinéfilos que no la hayan visto.