«KHARTOUM» PELÍCULA CLÁSICA COMPLETA EN VOSE
REGRESO A KHARTOUM
La superproducción Khartoum (United Artist, 1966), quizás la película más ambiciosa sobre la épica colonial británica aunque sigue la senda abierta comercialmente por Zulú (1964). Estrenada en flamante Cinerama, cuenta una doble epopeya, la del general Gordon en la defensa de la capital sudanesa en 1833, y la de la insurrección del Mahdi, el mayor exponente en el siglo XIX del nacionalismo religioso panárabe.
Junto con sus soberbios paisajes y escenarios, y las multitudinarias y logradas escenas de masas, la película contaba con la garantía comercial de un reparto encabezado por Charlton Heston, que encarnó un personaje muy similar en 55 días en Pekín (1962), y Laurence Olivier, el emblemático actor británico que ya había sido “el moro” en sus representaciones de Otelo (vertida al cine por Stuart Burge el mismo año). El reparto venía completado por una lista de sólidos actores británicos entre los que sobresalían Ralph Richarson como el ambivalente e inteligente Gladstone, y Richard Johnson.
En el estuche se remarca unas línea de The Guardian que califican la actuación de Heston “de primera clase”. En cuanto a la de Olivier se cita el Sunday Express que habló de “una actuación de tal magnetismo e intensidad que hasta la pantalla de cinerama parece pequeña”.
Curiosamente, su realización estuvo a cargo de un director británico, Basil Dearden (1911-1971), al que la crítica habitualmente le aplica tanto la categoría de “artesano” como la de “correcto”, de alguien que se dice “dirigió con su flema habitual”. Lo cierto es que, sin negar esta vena, Dearden ocupaba un lugar distinguido, entre lo primeros de los directores británicos de segundo orden, o sea en un escalón bastante inferior al de David Lean, la misma que existe entre Kartum y Lawrence de Arabia (1962), que sin duda el modelo para esta producción más convencional.
Formado en la Ealing desde principios de los años treinta, Deardem desarrolló una carrera en la que trató de transgredir su corrección y convencionalidad con aportaciones próximas a cierto cine “comprometido”, siendo sus títulos más notables los relacionados el “thriller”, especialmente Shappire (1959), amén de un notable alegato antirracista, así como Victim (1961), sobre la que hicimos un SPOTS.
En su última fase abordó producciones más ambiciosas como Kartum que fue su primer y único “colosal”, amén de uno de los mayores esfuerzos económicos del cine británico que en la época trató de reproducir este tipo de cine tanto en su vertiente más medievalista (con historias de los Tudor), y con diversas aventuras coloniales ahora observadas desde un punto de vista más crítico. Para ello, Deardem contó un sólido guion de Robert Au.-drey (que fue nominado al Oscar) que adaptaba su propia obra, con la fotografía: de Edward Scaife que empleaba los colores habituales para retratar el abigarrado mundo de la civilización nilótica, y con un música apropiada de Frank Cordell que combinaba la grandilocuencia sinfónica con motivos árabes. La producción corrió a cargo de Julián Blaustein.
Conviene destacar igualmente una magnífica ambientación en todos los sentidos, la belleza y las frescura de los escenarios, la esmerada labor de la segunda unidad en las acciones militares, y el tono general, en el que se advierte una atracción anticolonialista subyacente por debajo del canto épico a una general que competía en “santidad” con el ardiente defensor del Islam.
Una producción de las que no pueden faltar en cualquier clase de historia.
Artículo cedido por Pepe Gutiérrez Alvarez
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