-Homenaje a la Resistencia-
Por Antonio Morales
«Esta tierra es mía«, disponible en la plataforma FILMIN, pese a ser una película de propaganda política en su momento, el paso del tiempo la convirtió en un poema de emotiva humanidad y sacrificio, asumido por un humilde maestro al que las circunstancias le obligan a dar un paso al frente. Rodada durante los años más crudos de la 2ª Guerra Mundial, aborda la resistencia y el sabotaje como medio de lucha contra el invasor en un país derrotado. Según contó más tarde el cineasta, hizo esta película sobre la importancia de la dignidad de sus compatriotas franceses, harto de las bravuconadas de sus paisanos exiliados en Hollywood: “Es muy fácil ser patriota a 10.000 km. del enemigo”. El exiliado entonces, Jean Renoir (hijo del pintor impresionista) otorga la palabra a todos los hombres que dieron su vida por una causa noble.
Una emotiva historia de denuncia ante el colaboracionismo, de resistencia ante la opresión, de lucha contra el invasor nazi y de redención personal y moral ante la ignominia. Con un magistral guión de Dudley Nichols y el propio Jean Renoir, profundamente humano, con un claro mensaje por un mundo libre de tiranos. El cineasta recrea un episodio de los muchos que pudieron darse durante aquellos oscuros y terribles años de espantosa locura. “This land is mine” se articula con un gran sentido humano y cinematográfico.
Albert Lory (un magistral Charles Laughton) es un tímido, y acomplejado maestro, de físico poco agraciado, al que no respetan ni sus alumnos, acobardado ante los acontecimientos y protegido por su anciana y autoritaria madre. El colegio lo dirige el profesor Sorel, hombre de ideas nobles y altruistas que influirá, cómo no, decisivamente en la toma de conciencia del medroso Albert, que a su vez está enamorado secretamente de la profesora Louise (Maureen O´Hara), prometida del colaboracionista George Lambert (George Sanders), un tipo mezquino y despreciable que pretende sacar provecho de la situación.
El maestro “cobarde y tontorrón”, según el oficial nazi (Walter Slezak), cree que puede manejarlo como una marioneta, pero ignora que Lory ha heredado el legado de su amigo represaliado Sorel, es el deber del profesor que tiene una ineludible responsabilidad que tomar ante sus alumnos y con la sociedad, porque la vida es lucha y tiene que liberarse del miedo para honrar a los que mueren por su tierra. También debe ganarse el amor y el respeto de Louise, su amor platónico. La película está repleta de detalles humanos: el dolor de una madre ante la soledad, la pérdida de compañeros y seres queridos, el sacrificio por los demás y la lectura para la memoria de la declaración de los derechos humanos. Acta que se redactó como instrumento ante el relativismo legal y el desprecio por la dignidad humana. Un homenaje explícito al poder de la palabra, un film que aunque puede parecer coyuntural y fruto de una época, se mantiene fresco porque habla de compromiso, de solidaridad, de dignidad moral, unas ideas que nadie te puede arrebatar.
Artículo escrito y cedido por Antonio Morales
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