"Suez" 1938

LA UTOPÍA DE LESSEPS. «SUEZ» (1938)

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LA UTOPÍA DE LESSEPS. Suez (Allan Dwan, 1938)


Por Pepe Gutierrez Alvarez 

"Suez" 1938

 

«Suez» (Allan Dwan, 1938) es una ambiciosa película dirigida por el veterano Allan Dwan con Tyrone Power, Loretta Young, Annabella, J. Edward Bromberg, Joseph Schildkraut y otros y que fue en parte predeterminada por el gran éxito de su antecesora directa, San Francisco (W.S. Dyke, USA, 1936), un “colosal” muy popular que inauguró una breve moda catastrofista que contó con otros dos títulos famosos: Chicago (1938/ Henry King/ USA) y Vinieron las lluvias (The rains come, 1939/Clarence Brown/USA), ambas con el mismo Tyrone Power e integrada en la variante “catástrofista” y que siguen gozando de un cierto prestigio. De todas ellas se puede decir, pues, que los efectos especiales, muy logrados para la época fueron tanto o más importantes que la suma de estrellas a la cabeza del reparto. Súez cuenta con escenas espectaculares, en particular con una impresionante tormenta de arena que, entre otras dificultades, está a punto de dar al traste con la construcción del canal de Súez, una obra «faraónica” que fue motivada por el sueño reformista de Ferdinand Lesseps (1805-1894), discípulo del socialista utópico Saint simon.


Afortunadamente Lesseps cuenta en esta empresa con el apoyo incondicional de su parienta, la emperatriz Eugenia de Montijo, quien por cierto protagonizó un triste episodio con el egiptólogo Mariette, al que trató de obligar a hacer un montaje arqueológico para el mero capricho imperial. Eugenia fue encarnada con su habitual saber hacer por la profesional aunque un tanto almibarada Loretta Young, que bordaba este tipo de papeles de “mujer con clase”, no en vano era la presidenta de una reaccionaria Asociación Cívica por una Literatura Decente, e incluso fue la dama que se encargó de hacer los honores a sus majestades con ocasión de una visita de éstos a Hollywood.

Suez 1938


En la película es Eugenia como señora del dictador Louis Bonaparte (Henry Stephenson), la que más se empeñó a fondo para interceder a favor de Lesseps, todo ello en medio de diversas intrigas palaciegas en las que no queda claro que “Napoleón el pequeño” (según frase inmortal de Víctor Hugo) era un tirano. Eugenia parece enamorada de Lesseps, quien a su vez lo está de una audaz muchacha lugareña (la vivaz Annabella). Mientras el sonriente Lesseps se debate entre una y otra transcurren los conflictos entre reaccionarios y liberales, con una difusa descripción de la revolución de 1848 difuminada tras los problemas de los consortes reinantes. Involuntariamente ridícula en el ámbito social y político, abiertamente paternalista en la relación con las obsequiosas autoridades egipcias que -por supuesto- se muestran muy agradecidas, la película no presta la menor atención al gran número de víctimas ocasionado en la mano de obra que trabajó en la presa, ni tampoco a los diversos atentados británicos para impedir que la obra se llevara a cabo en beneficio de la “grandeza de Francia”.

 

Suez 1938

 

Artículo escrito y cedido por Pepe Gutierrez Alvarez 

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