«LAS NOCHES DE CABIRIA» PELÍCULA CLÁSICA COMPLETA EN VOSE
LAS NOCHES DE CABIRIA «ABSOLUTAMENTE INOLVIDABLE»
“Las noches de Cabiria” (1957), un alegato de Federico Fellini con la Masima. Estamos hablando de un clásico popular, una película que se puede disfrutar desde todas las edades y condiciones, Una joya del cine producida por Dino de Laurentis con guion del propio Fellini junto a Ennio Flaiano, que contiene diálogos adicionales de Pier Paolo Pasolini más la música de alguien como Nino Rota (El Gatopardo, El padrino…) que puede aspirar al título de mejor compositor de la historia del cine.
El film obtuvo ese año el Oscar a la mejor película de habla no inglesa sin olvidar el Festival de Cannes y el de San Sebastián, Masima se hizo con el premio a la mejor actriz… y que resulta todavía perfectamente asequible en youtube o en FILMIN. probable que parte de amistades me traten de “paliza” por mi empeño en insistir en que hay que recuperar el cine Italia de la “dopoguerra”, y entre los nombres que más les insisto está el de Fellini aunque también debería de estar el de su víctima, Giuletta Masima, al que he vuelto a redescubrir en mi enésima visión de Le notti di Cabiria (1957) con la revisitación pendiente La Strada (1954), un ejercicio de recuperación de la memoria fílmica que nunca falla.
En esta última visión, me han quedado claras dos cosas muy importantes. Una, que los hombres que rodean a esta ingenua mujer que ni siquiera sabe qué significa el apodo que le han colocado, son todos casi sin excepción unos tipos mediocres, groseros, falsos, ávidos de robarle las cuatro perras que ha podido ahorrar en la calle…Dos, que la interpretación de Guietta Masima resulta el mayor homenaje jamás realizado al Charlot más genial, ella es una payasa en el sentido más noble y auténtico de la palabra.
Bajo su formato de comedia, no sabría decir que esta Cabiria es un alegato feminista, pero sí creo que la puede calificar de alegato antimachista: ninguno de los “hombres” que aparecen merecen el más mínimo respeto, sí acaso, los “prolos” socorristas e incluso el trasunto de Amedeo Nazzari tiene al menos cierta elegancia…
Fellini, que al parecer era creyente, no tiene la menor piedad con la beatería con la que trata de consolar a los desvalidos y desvalidas en un submundo donde las últimas, esas mujeres condenadas a hacer la calle y que necesitan el soporte de un “chulo”, mantienen una integridad, unos sueños, unos sentimientos de solidaridad y decencia básica.
La historia es conocida para quienes tienen memoria: Cabiria (Giulietta Masima que realiza una creación única, chaplinesca que supera al mejor Chaplin), repite en su papel de prostituta (como la Gesolmina de «La Strada» con el mejor Anthony Quinn) que hace tiempo, ya ha dejado atrás su juventud, a la que su ardoroso conquistador arroja al agua.
Se recompone con su optimismo vital, con sus sueños por ganar otra vida, hasta que en una trama final la vida –la cámara- la introduce en un music-hall un mago la hipnotiza, y ella habla de su infancia y de sus sueños de una manera tan inocente y tan conmovedora que un joven del público, que toma el nombre de Oscar, el “príncipe azul” descrito por el hipnotizador pide su mano.
Ella expone sus más íntimos deseos de una forma ingenua, tal y como ella es. Pero todo esto no le sirve de nada a Cabiria, pues la acción del joven (una magistral François Perier, el Jekyll amable e ingenuo que oculta al Hyde aprovechado), la va convenciendo porque ella no ha dejado de creer en los hombres.
En el amor ideal que encuentra refrendado por lo que el actor famoso representa en el cine así como por el fraile locuelo que le insiste que debe de crear una familia para multiplicar “la Gracia de Dios”, sin olvidar a su compañera de faena que componen todo un mundo.
Artículo escrito y cedido por Pepe Gutierrez Álvarez
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